Esta semana meditaba en la parabola del fariseo y el publicano, como siempre trate de aplicar a mi vida esta enseñanza, tuve que pensar cuantas veces he actuado en lugar del fariseo viendo a los demás del hombro hacia abajo, pensando que yo soy superior, que mi religiosidad es mejor, que Dios me ha hecho mejor que muchos que me rodean, cuantas veces pensamos que solo nosotros perfectos, cuando desde luego ese es mi primer error, si no reconozco que debo mejorar, no buscaré soluciones, y seguiré no solo engañando a los demás sino a mi mismo, ya que a Dios no lo podemos engañar.
Cuando mi actitud debería ser la contraria la del publicano, la humildad de pedir que mi vida sea
Propicia, que a pesar de mis pecados, de mis errores, de mi carnalidad, de mi maldad, el haya tenido misericordia de mi, y mi oración es que todo esto malo que soy y tengo sea cambiado por su palabra, por su Espíritu, por su gracia, que aumente mi fe, pero sobretodo que quite toda intención de creer que soy mejor que otros, cuando debo preocuparme mas por mi, que por los otros y la comparación solo es valida con respecto Jesús, y cuando me comparo con Él: entonces veo mi realidad que lejos estoy de ser perfecto, así y solo así puedo entender cuanto necesito acercarme a Dios, conocer al Señor de verdad, cuan humilde debo ser, porque solo su amor es ,lo que tengo en abundancia.
Jesús dijo esta parábola para enseñar a los religiosos a no confiar en si mismos, incluso mas que ne Dios, y para no hacer menos a los demás, era lo mas común en aquel tiempo, y tristemente en nuestros días es igual. este es uno de los problemas por lo que no podemos llegar a la unidad,
Cuanto criticamos a los fariseos, pero en el fondo nuestras actitudes son siempre tan similares, juzgamos, señalamos, acusamos, y muchas cosas mas cuando lo que deberia preocuparme es mi propia vida y mi relación con Dios.
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